¿Tener mucho deseo sexual es malo?

 

¿Tener mucho deseo sexual es malo?

Cuando se trata de deseo sexual, no existe lo «normal». Cuánto se piensa en el sexo o cuánto se desea varía enormemente de una persona a otra. Y su propia libido también aumenta o disminuye a lo largo del tiempo.

La estimación de los científicos es que la mayoría de la gente piensa en el sexo casi todos los días. Lo que puede querer decir un solo pensamiento pasajero o cientos de pensamientos al día. Por otro lado, hay personas que no piensan en el sexo durante períodos prolongados.

Es normal que la libido aumente. Y hay bastantes razones por las que se puede desear tener relaciones sexuales con más frecuencia de lo habitual, desde cambios biológicos hasta su estilo de vida.

Las hormonas cumplen un papel importante en el impulso sexual y que varíen pueden hacer que este suba o baje. La hormona sexual testosterona puede aumentar el deseo sexual tanto en hombres como en mujeres, por lo que su concentración de testosterona podría haber aumentado; por lo general, es más alta por la mañana, por ejemplo.

El embarazo también puede influir en la libido; por ejemplo, muchas mujeres tienen un mayor deseo sexual en los primeros 2 trimestres de gestación.

El estrés de la vida cotidiana y las situaciones difíciles pueden reducir la libido. Por lo que, si el sexo le apetece más, seguramente no sea un momento estresante para usted.

Dormir lo suficiente y descansar bien puede potenciar el deseo sexual y además tendrá más energía para el sexo.

¿O quizás esté bebiendo menos alcohol? Un exceso tiene una influencia negativa en la libido.

Por último, tener una relación sentimental y positiva puede hacer que se quiera tener sexo con más frecuencia. Además, es frecuente que se tenga más libido al principio de una relación, cuando todo parece emocionante.

El impulso sexual de cada persona es diferente y los científicos aún no comprenden del todo por qué es así. Pero 3 de las principales cosas que se cree que inciden en el deseo sexual son:

La biológica: la cantidad de hormonas sexuales, como testosterona y estrógeno, que tiene en su organismo. Otros cambios hormonales y problemas de salud física también pueden influir.

La psicología: cómo piensa, siente y maneja aspectos como el estrés. También puede estar relacionado con problemas de salud física o mental.

Los factores sociales: sus relaciones con otras personas, como su pareja.

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